No me llames hípster, llámame diwan

Como lectora siempre he pensado que era un poco peculiar en mis gustos, alejada de modas, bestsellers... y amante de muchas joyitas a las que editoriales y público, en general, no suelen darle una oportunidad. Ser hipster, lo llaman ahora; pero el ser "especialita" es algo que me viene de serie. 

Nunca lo he considerado algo negativo; el ser diferente, me refiero. Siempre he procurado alejarme de aquellos que no me entendían o podían llegar a considerar un problema mi manera de ser (dentro de la normalidad, soy un poco perro verde, solo eso; todos somos frikis en lo que nos gusta, en nuestros valores, incluso, en nuestros límites). 

Las complicaciones llegan cuando te tienes que basar en tus gustos, en tu instinto, para sacar al mercado una novela. Independientemente del proceso de aprendizaje que supone escribir y la valentía de dar el paso de compartir tu trabajo (porque lleva parejo las críticas y debes saber afrontarlas), como lectora a mí me gustan mis proyectos (obviamente desde la subjetividad de ser madre de las criaturas); lo curioso es que las que más me gustan son las que menos aceptación tienen. Y otras que considero mejorables (quizás por esa manía que la mayoría de escritores tenemos a no estar nunca satisfechos) llegan mucho más a los lectores. 

En fin, que el sector editorial puede estar tranquilo que no tengo intención de usurpar sus puestos y buscarme una silla entre ellos; más que nada porque el batacazo puede ser épico. 

Aprovecho para dar las gracias a todos los blogs que se han animado a colaborar conmigo tanto para darme difusión como para reseñar mis novelas; y a los lectores por la buena acogida de "Deshojando margaritas", "Contrato sin preaviso" y "Los besos de Ariadna".

*Diwan = the one = único